Miguel Soler-Roig
visual artist
Amesegënallô
Amesegënallô
In 2012, Miguel Soler-Roig made an intense and adventurous journey through southern Ethiopia and the surrounding Omo River Valley, a place known as the cradle of humanity. Unlike the northern part of the country, the south retains an almost virgin character and is known to have been a crossroads for thousands of years for diverse migrant cultures and ethnic groups. The area is populated by semi-nomadic tribes and shepherds, such as the Hamer, Mursi, Karo, Surma, Bume, Galeb, Dassanetch or Bodi; many of whom practice body modifications. Through coexistence and a close approach, the artist manages to capture the freedom of a country that has not been a part in the colonialist distribution of Africa, during the nineteenth and twentieth centuries.
The landscapes of savannahs, with small trees and low density between them, frame photographs that express tradition and astonishment in equal parts. Portraits, nature and everyday scenarios complete a series that allows the spectator to step inside the life of these tribes, from a kind of shared familiarity. Soler-Roig avoids dramatization, anthropological analysis, clichés or hegemonic perspective to manifest a look full of respect and fascination. From the brave face of a young man in the foreground, the determination of a woman who leads a path, or the intimacy between two men accomplices in their gestures. There is also room for magic: the one detached by a donkey in the moonlight, protected by the constellation of Pegasus, or the one that produces the clash between rituals and contemporaneity.
Vivid colours and risky compositions round off a photographic series that praise the enjoyment of everyday life, the idiosyncrasies of its villages and the spectacular landscapes alone, yet to be revealed. Amesegënallô means thank you in Amharic, an expression the artist uses in two different ways: the celebration of learning together through this experience, but also the survival of these tribal cultures in time.
Amesegënallô
En 2012, Miguel Soler-Roig realiza un intenso y aventurado viaje por el sur de Etiopía y los alrededores del Valle del río Omo, lugar conocido como la cuna de la humanidad. A diferencia de la parte norte del país, el sur conserva un carácter casi virgen y está poblada por tribus seminómadas, como los Hamer, Mursi, Karo, Surma, Bume, Galeb, Dassanetch o Bodi; muchos de los cuales practican las modificaciones corporales. A través de la convivencia y un acercamiento próximo, el artista logra captar la libertad de un país que ha ocupado un lugar de excepción en el reparto colonialista que se llevó a cabo en África durante los siglos XIX y XX.
Los paisajes de sabanas, con árboles pequeños y poca densidad entre ellos, dan marco a unas fotografías que expresan la tradición y el asombro a partes iguales. Retratos, naturaleza y escenarios cotidianos componen un cuerpo de trabajo muy completo que nos permite adentrarnos en la vida diaria de las tribus a partir de una suerte de familiaridad compartida. Soler-Roig huye de la dramatización, el análisis antropológico, los clichés o la perspectiva hegemónica para manifestar una mirada llena de respeto y fascinación. Desde el rostro lleno de valentía de un joven en primer plano, la determinación de una mujer que lidera el camino hasta la intimidad entre dos hombres cómplices en sus gestos. También hay lugar para la magia: la que puede llegar a desprender un burro a la luz de la luna, protegido por la constelación de Pegaso o la que produce el choque entre rituales y contemporaneidad.
Los colores vivos y las composiciones arriesgadas redondean una serie fotográfica que se recrea en el disfrute de la vida cotidiana, la idiosincrasia de sus pueblos y la espectacularidad de un paisaje propio, todavía sin urbanizar. Amesegënallô significa gracias en amhárico, una expresión que el artista utiliza de dos maneras diferentes: por un lado, la celebración de aprender juntos a través de esta experiencia, pero también la supervivencia de estas culturas tribales en el tiempo.